viernes, 30 de abril de 2021

Acertijo de Juan Carlos Banquez Cabarcas

Esa noche, estuve en mi bar favorito disfrutando de un whisky con soda en las rocas porque me ayudaba a mantener la compostura; luego de un largo trago, la puerta se abrió, un hombre viejo entró con recelo al lugar y me miró diciendo: ¿es usted Martín?, asentí y el viejo me entregó una nota que tenía en relieve algunas letras doradas, con el papel en mano tomé mi sombrero de fieltro y me desvanecí en la oscuridad.

Al siguiente día encontré un sobre azul en mi regazo, lo abrí y descubrí algunas notas junto con una placa roja y redonda, luego de unos minutos caminé hacia la entrada de la estación donde la esperé toda la noche en vano, bajé hasta la esquina que rozaba la calle de la bahía para sentarme en el pequeño restaurante mientras se veía amanecer y pedí lo de siempre sujetando el circulo rojizo con la esperanza de encontrar respuestas.

Una hora después descifré algunas letras que indicaban la dirección de un antiguo parque acuático. En compañía de la luna revivía los instantes que pasé durante mi juventud en ese viejo lugar, un destello misterioso formaba un pequeño sendero que lentamente me llevaba a mi destino, una voz conocida resonó a la distancia y pude verla.

La imagen de ella inundó la pared, sollozando y contando su historia, luego de un rato llegó la quietud y apreté mis puños añorando una lagrima que zafara el nudo en mi corazón; finalmente entendí porque me llevó hasta allí, debía resolver una serie de acertijos para descubrir donde estaba ella, no sabía la razón, pero sentía que quedaba poco tiempo.

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, me obsesioné con ella y terminé como un vagabundo loco conocido por contar números extraños en el parque, durante el último gran rompecabezas tuve una epifanía y tracé fuertemente el último dígito, grité de emoción cuando en todo ese desorden se podía calcular las ultimas coordenadas.

Llegué a un claro oscuro, me senté y cerré los ojos sintiendo el dulce toque de un susurro como la de una brisa otoñal que decía: aún es muy tarde. Una sensación suave en mis labios junto con un aroma familiar me despertó de mi ensoñación, era ella, un estruendo sonó y no pude abrir los ojos o sentir mi cuerpo, solo después de una eternidad desperté en un bar y un hombre viejo entraba lentamente, sudor frio empapaba mi espalda y mi respiración se agitó. Maldición, susurré, esta es la tercera vez.

3 comentarios:

  1. Muy buen cuento, felicitaciones yo sé que ganas

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  2. Me pareció un cuento súper bueno con todos los ánimos vas a ganar

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  3. Me encantó, lleno de misterio!! Juan, eres el mejor ❤️

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Ganadores del concurso

Primer puesto  Soplo divino de Pablo Antonio Sueche Kanube, estudiante de Ingeniería Física. Segundo puesto El zancudo de Nicolás Alejandro ...