viernes, 30 de abril de 2021

Puente Río Mutatá de Santiago Salazar Ramírez

Bajo la luz del farol, tambaleante sobre la sombra del Nissan azul. Arranco despacio, despreocupado. Conducir por las calles vacías de mi pueblo, un pequeño placer en busca de otro cautivo adicto a este proceso. Algunos me miran de forma sorpresiva, otros mitigan su saldo cotidiano con miedo del extraño vehículo en barrios alejados. Esta vez era diferente: hombres pasando con sus botellas, mujeres en el burdel y perros aullando, combinado con la falta de luz en sus calles, agua residual cayendo como basura. El centro de atención era mi pequeño auto, sin pensamiento de las ocurrencias de un pueblo olvidado.

La vista desde arriba, la altura infinita que da con un paisaje inexplorado, el silencio perpetuo combinado con el ruido de sus autos y botellas. La atracción prohibida me obliga a parar junto al parqueadero, unas monedas y un billete arrugado puede convencer a cualquier tendero, como el que ahora mismo ando viendo. Con su cara arrugada, olor a cerveza tibia y cigarro barato. Sus ojos andantes, sus brazos que cantan proezas de otros tiempos y sus piernas faltas de ejercicio. Me retira de su parqueadero, no sin antes ofrecerme un boleto de la lotería de mi ciudad amada y querida, de sus competencias entre equipos de fútbol y de caballo.

Me retiro, paso ligero hacia la vista de un nuevo amanecer, con la brisa golpeando mi rostro. El aleteo de los pájaros, el sonido del río buscando su cauce y los peces nadando. ¿Cómo se atrevería un hombre a poder interrumpir el proceso tranquilo de la naturaleza? Encima del interés natural, siempre ignorando el cómo podríamos lidiar con la distinción de artificial y natural. En frente del fin, al lado de un nuevo inicio. ¿Cuáles han sido los pensamientos de aquellos inolvidables sujetos? No puedo recordar el nombre de la persona antes de mí, no tiene importancia alguna o maravilla de entender. Es intentar descifrar el qué los llevó al mismo lugar en donde ahora mismo estoy, es descifrar cómo la libertad se interpuso a la belleza de nuestro ambiente.

Caigo, ando perdiendo la claridad con la que antes veía todo. Solo quedarán los recuerdos malditos de la fornicación prohibida entre mis padres, los esfuerzos actuados para mejorar el apellido y mi paulatino reemplazo para la creación de un nuevo trabajo. El cómo solo iba a ser otra insignificancia del sistema, la reproducción de los errores plasmado como obra y gracia de la divina presencia. La hermosura de las desgracias, la felicidad maldita con mi carro de juguete. Gracias a Dios que me libera de un camino conocido y me lleva a mi nueva función, detener el cauce del río y esperar la muerte de algún animal.

Renazco en una nueva persona, solo espero poder tener la tan deseada imagen de Belva Gaertner en mi escritorio.

2 comentarios:

  1. Yo se que no se hacen esta clase de preguntas sobre un poema, pero...
    ¿esto es un Isekai?, no creo entender la linea final, ya que no se quien es Belva Gaertner o porqué alguien quisiera una foto de ella, ya que mi corta búsqueda de Google revela que no tiene nada que ver con la industria del nopor

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Primer puesto  Soplo divino de Pablo Antonio Sueche Kanube, estudiante de Ingeniería Física. Segundo puesto El zancudo de Nicolás Alejandro ...