viernes, 30 de abril de 2021

Fallo en la Memoria de Daniel Vélez Vélez

Cuando despertó, no recordaba nada. Tras intentar moverse, sintió un agudo dolor en su costado, por lo que se incorporó con cuidado. Cuando pudo pararse y observar el panorama, un profundo terror lo invadió: en medio de la carretera en que se encontraba, casi desierta, yacía junto a él un cadáver. Boca abajo, el cuerpo de un sujeto, con sangre en el cuello y ropas mugrientas, lo dejó atónito. Se tapó la boca, se agarró los cabellos, maldijo al aire e intentó buscar algo que le permitiera saber qué había ocurrido, pero parecía ser que el cuchillo ensangrentado que se encontraba en el suelo había sido el único testigo.

Sintió curiosidad por conocer la cara del difunto, pero aunque deseaba saber qué había pasado, temía que su rostro le revelara una noticia que no quería descubrir. Mientras mantuviera su conciencia ajena al suceso, no podría más que asumir su inocencia. Si bien no recordaba nada sobre sí, sabía que era una buena persona. De ese modo, decidió que era momento de actuar, antes de que alguien pudiera aparecer y suponer algo equivocado. Así, optó por arrastrar el cuerpo sin vida unos metros bosque adentro y esconderlo, para irse del sitio que pudiera implicarlo de alguna forma con aquel deceso, y luego pensar con más calma qué hacer.

Tomó el cadáver por las costillas –asegurándose de no verle el rostro- y, justo cuando lo acercaba a un robusto árbol, quedó inmóvil al percibir la presencia de dos albañiles. Durante un eterno instante, las miradas de los tres sujetos se encontraron, y una profunda desesperación invadió al hombre sin historia. Sin pensarlo, soltó el cadáver con la intención de alzar sus manos, pero estas ya estaban bañadas en sangre.

Cuando los albañiles salieron corriendo, como por instinto, salió tras ellos sin saber muy bien qué iba a hacer. - ¡Alto! –gritaba-, ¡No he hecho nada!, continuaba, ignorando el tono macabro y turbulento que su voz transmitía. “Soy inocente, no puedo dejar que me inculpen”, pensaba con desesperación para sí al mismo tiempo. De repente, se originó el contacto; cuerpos forcejearon en el piso, sangre brotó de los cuerpos.

El hombre sin pasado se levantó, entre lágrimas de rabia, a maldecir lo ocurrido. Para sí, él mismo no había sido más que víctima de la memoria.

7 comentarios:

  1. El hecho de que tenga un principio y final abierto permite que el cuento afecte de distintas maneras al espectador, pues los vacíos literarios permiten una libertad imaginativa muy valiosa

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  2. El suspenso y el terror la narración están muy bien construidos

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  3. Es un cuento cuidadosamente trabajado en el que se refleja un auténtico miedo a no poder responder por los actos ni descansar en la certeza de una esperanzadora inocencia

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Ganadores del concurso

Primer puesto  Soplo divino de Pablo Antonio Sueche Kanube, estudiante de Ingeniería Física. Segundo puesto El zancudo de Nicolás Alejandro ...