viernes, 30 de abril de 2021

La casa, Gildardo y yo de Leifer Hoyos Madrid

En momentos nostálgicos recuerdo aquella casa de tapia, con tejas de barro, un solar amplio y un jardín de buganvillas cercado, que iba casi hasta el cementerio. Hubiera querido conservar la casa. Era un niño la última vez que pise su cocina de tierra. Allí dejamos un domingo de pascua al hermano mayor de mi abuelo: Gildardo. Gildardo era una leyenda, el mejor con la peinilla, su fama y gallardía rondaba los territorios del Nordeste antioqueño hasta los altos de Zaragoza, donde según las malas lenguas están las mejores “brujas del mundo”. Lugar donde varias esclavas negras fueron remitidas a Cartagena de Indias por el tribunal eclesiástico de la Inquisición en la época de la Colonia, me imagino que, por deslenguadas, “Por no creer en Dios ni en Santa María”, como diría Don Tomás Carrasquilla en "Simón el Mago". Volvamos a Gildardo, él era el guardián de aquella casa, cumplía con todos los requisitos para serlo: silencioso, feroz y gentil.

Gildardo era mayor que mi abuelo. Debió nacer a finales de los años treinta del siglo XX y creció en medio de la Colombia bipartidista de los años cincuenta. Gildardo era un negro liberal, minero, que sacaba oro de las minas del Nordeste desde hace mucho antes que la Frontino Gold Company llegará allí. Gildardo al que apodaban Lucumí en los bares y cantinas, gareteaba bestias desde los ocho años y ayudaba a su mamá, una mujer negra, mulata, hija natural de un blanco que no las reconoció ni a ella, la mayor, ni a sus otras cuatro hermanas.

La casa de Gildardo, mi primera casa, esa que vivirá siempre en mi memoria, fruto de la unión de mujeres negras, sin marido, rebeldes, libertarias y cargadas de palabras. Es probable que la casa estuviera desde fines del siglo XIX. Un recuerdo potente sobre la casa y yo es que no puedo desligarla de la letra “Las Acacias” esa canción de Garzón y Collazos que me revuelca y que es un ritornelo como diría Deleuze, que trae esa infancia temprana a mi memoria, pero que deja un sabor amargo por ver este pasado ausente:

Todo ha muerto, la alegría y el bullicio
Los que fueron la alegría y el calor de aquella casa
se marcharon unos muertos y otros vivos
que tenían muerta el alma
se marcharon para siempre de esta casa.

11 comentarios:

  1. Que cuento tan exquisito, bellamente corto, pero bellamente evocador ♥️

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  2. Gran texto que refleja más que un lindo relato, si no un triste recordatorio de la historia colombiana

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  3. Que encanto de relato, me fascinan las historias de nuestros abuelos y tíos, donde se evoca cada momento vivido de sentimientos fuertes e inolvidable a nuestra memoria infantil y costumbrista.de todo mi gusto.

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  4. la sensación agridulce que puede dejar el recuerdo de la casa
    <3

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  5. Este mágico relato me transporto a esa inolvidable etapa llena de esta tradicional cultura ❤️👏🏽

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  6. Que lindo cuento, es esa sensación entre lo agrio y lo dulce que son los mismos recuerdos.

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  7. "...que trae esa infancia temprana a mi memoria..."
    Nostalgico, que hermoso. 🌹

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  8. Que buen relato, evoca la nostalgia de lo que dejamos atrás, de lo que fue nuestro y que difícilmente sale de nuestra memoria. ��

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  9. Una historia corta que me trae recuerdos de mis abuelos paternos, maternos y adoptivos de corazón, en cuyas casas y hogares lo más amplio era la cocina, los solares y la familia, porque el alimento provenía del trabajo duro, de una tierra fértil y unas manos con sazón, los solares con huertas, árboles frutales y medicinales que contenían los secretos de las matronas y las familias grandes y numerosas en donde el primo con la prima mas me arrimo.
    Leifer que bello momento me hiciste evocar

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  10. Nuestra primera forma de ser en el mundo es habitar. La casa que se habita para fundar el mundo propio ¡fue una casa liberal!

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  11. Camine en la línea llamada tiempo, escribir es una forma nostálgica de traer un recuerdo y así tener la posibilidad de volver más palpable y duradero un momento. 💛

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Ganadores del concurso

Primer puesto  Soplo divino de Pablo Antonio Sueche Kanube, estudiante de Ingeniería Física. Segundo puesto El zancudo de Nicolás Alejandro ...