viernes, 30 de abril de 2021

Un diálogo impersonal de María Alejandra Castro Rodríguez

Sé que antes era un ser abstracto, con el don de la omnisciencia y la metamorfosis. ¿De qué otra forma explicar la nostalgia que a veces me agobia? ¿por qué otra razón me invadiría una súbita alegría sin sentido? solo puede ser la remanencia de lo que fue mi omnisciencia, como todo lo sabía todo lo sentía. Aun me adapto a la empatía.

Además, no cabe duda que mi persistente sentimiento de añoro por el cambio se debe a los recuerdos de mis transformaciones; me imagino de ánimo jovial tomando distintas formas y colores, inspirándome en el universo, yaciendo en forma de estrella por eones y al despertar bailando como pulsar las melodías del cosmos.

Pero, ¿por qué renunciar a esa existencia si tanto iba anhelar las estrellas en esta única y limitada forma? Pues, anoche desperté sudando ya que había soñado (o quizá recordado) viéndome viajar con las olas gravitacionales flotando bajo una luz dorada, cuando sentí una calidez, pero esta no era tangible realmente, era metafísica e incorpórea y cuando me alejé hasta no sentirle, lloré por su ausencia, me apresuré en su búsqueda terminando en la tierra y así, tomando forma humana, hallé el cariño, la compañía y el afecto... Y perduré por el deseo de comprender el flujo de emociones que viaja por el universo.

A fin de cuentas, toda forma trasciende y se limita.

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