La mañana estaba fría, supongo que tomé aquel triste suspiro que te recuerda que estás viva y salí a buscarte, sin pensar ni un segundo en encontrarte.
La calle, el cartón mojado, el olor a berrinche.
Tú sentada al otro lado.
Alguien que voltea la mirada mientras paso.
Personas que aumentan el paso y se quejan al llegar al semáforo.
El silencio incomodo que se formó cuando me senté.
El sonido de una moneda al caer y tú diciéndome: “Debe ser la suerte”. Mientras te ibas.
Sí, la vida solo es una constante despedida.
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