Subía la montaña como todas las mañanas en mi mente transcurría el mismo pensamiento no voy a poder, no soy capaz de seguir, sin embargo, lo lograba. Yo siempre logré todo lo que quise en la vida hasta sin darme cuenta menos vivir, él me arrebato la vida, el amor de mi vida, él que me acompaño por 20 años, él me mato y yo grite, rasguñe, mordí, luche con todas mis fuerzas, pero ello no basto, soy una más en un país que no tiene justicia pertenezco a una cifra, todos creen que lo abandone, que abandone a mis hijos, todos creen que soy feliz.
No luchan por encontrarme porque él los engaño, me mato para ser feliz con ella, me mato a mí y a mis sueños, mis proyectos y mis metas, mato a mis hijos al dejarlos sin su mamá. Yo lo veo todo desde aquí, pero ellos no me ven, les dejo señales, pero ellos no las siguen, no las entienden igual que yo él nunca me pego siempre fue un hombre admirable, un caballero, siempre fue el mejor construimos juntos una familia, un hogar a pesar de que fuimos padres muy jóvenes, estábamos juntos desde los 15 años, a los 17 tuvimos gemelos, pero logramos terminar la universidad, compramos una casa a los 25 y tuvimos una hija, éramos una familia de portada, logramos muchas cosas en un muy corto tiempo en un país de tercer mundo donde el día a día es cuestión de sobrevivir.
Algo en él cambio comenzó a gritarme, me hacía sentir fea, que no valía nada, empezó a decirme que era muy poco para él, pero yo lo amaba mi pecado más grande fue amarlo y lo ame más que a mí misma, nadie lo sabía o al menos eso pensaba yo, él ya no me amaba, él la amaba a ella, él quería estar con ella y me mato por amor a ella, por una mujer que era casi perfecta, dejo una carta con mi firma donde afirmaba que iba en busca de nuevos aires, que necesitaba un tiempo todos lo creyeron, ella lo consoló y al año de mi muerte se fueron a vivir juntos, mientras yo ya era huesos y polvo él era feliz, era porque me encontraron, era porque no existe un crimen perfecto ni felicidad completa.
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