viernes, 30 de abril de 2021

Perpetua Utopía de Juan Pablo Gómez Reyes

Posa. Sonríe. Pretende.

Una ciudad perfecta cubre mi mirada. Igual que todos los días, este escenario tan simétrico como balanceado se ve simplemente hipnotizante, dedico una cantidad de tiempo que tengo completamente memorizada a apreciarlo, tras lo cual continúo la misma rutina que ha dictado los últimos meses de mi vida.

Una rutina eficiente, simple, efectiva, perfeccionada por constante repetición, con ningún margen de error. Me encuentro con los mismos rostros de todos los días, en sus mismas posiciones, dedicando instantes de nuestras vidas a saludos mecanizados, repetidos. Todas nuestras acciones conforman una sincronía inmaculada.

La apariencia de esta ciudad es inalterable; los mismos rayos de luz son reflejados en vidrios meticulosamente colocados, iluminando las cristalinas superficies sobre las que caminamos: nada escapa de la vista, no hay sombra en esta ciudad que no haya sido cuidadosamente colocada, milimétricamente perfeccionada para crear una bella composición.

¿Bella? Pero si en esta ciudad no llueve.

Un ligero lapso de reflexión parece invadir mi mente, sin embargo, recupero mi compostura sin tan siquiera sacudir mi cabeza, alterar mi posición arruinaría la prestigiosa imagen que todos hemos logrado con tanto empeño.

¿Empeño?

Me concentro en los hermosos sonidos que me rodean, una sinfonía de la cual hago parte, cada paso que tomamos, cada latido que retumba en las vacías paredes de esta ciudad, crea una imagen sinestésica imposible de igualar.

Una sinfonía sin fin.

Una… sinfonía que se repite. Perfectamente equilibrada. Tan hermosa que no necesita ningún cambio… ¿O es que no acepta ningún cambio? El temor invade mi cuerpo ¿Se estarán mostrando mis emociones? Necesito que mi rostro permanezca igual que todos los días, esta ciudad necesita todas las piezas en su lugar.

Aun así.

El inaceptable pensamiento simplemente no da abasto, por más que lo intente sofocar. La obra maestra que todos conformamos ha sido perfeccionada a más no poder, todas las variantes han sido consideradas, todos nuestros sentidos funcionan en armonía permanente. Este es el resultado de años y años de crecimiento, entonces…

¿Por qué nadie está sonriendo?

¿Por qué este hermoso escenario repentinamente se siente tan vacío? ¿Por qué estas miradas prediseñadas a las que tan acostumbrada me encontraba, se sienten tan penetrantes? ¿Por qué la acogedora luz que ilumina los más recónditos lugares de este sitio se siente tan pesada? La cacofonía repentina que invade mis sentidos hace prácticamente imposible mantener mi fachada. En esta mascarada yo soy la muerte roja… pero mi máscara no es mi piel.

Mi mente toma control.

Una acción inaceptable. Algo que va en contra de todo lo que he aprendido durante mi vida, algo que causaría el repudio total de cualquiera que dirigiese su mirada en mi dirección: Giro ligeramente mi cabeza para ver a mi alrededor. Una acción tan pequeña, tan mísera e insignificante, abre mis ojos a una horrida verdad.

Esta ciudad está vacía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ganadores del concurso

Primer puesto  Soplo divino de Pablo Antonio Sueche Kanube, estudiante de Ingeniería Física. Segundo puesto El zancudo de Nicolás Alejandro ...